5 principios para volverte un mejor tallerista

Cómo sobrevivir a personalidades difíciles en un taller

"Difficult People are the Greatest Teachers"

— Pema Chödrön

Un tallerista bueno o malo puede facilitar o arruinar la experiencia de un taller. Los que estamos en el negocio de la consultoría nos apoyamos en nuestras habilidades de facilitación de talleres para sacar las mejores ideas de los participantes. Sólo que algunas veces cuesta un poco de trabajo cuando en el grupo tenemos personalidades difíciles. Se habla mucho de lo que debemos aprender para dar un buen taller pero poco se habla de los buenos y malos participantes. En mi experiencia dando cientos de talleres he podido identificar dos líneas de comportamientos entre los participantes:

Aquellos que se cierran a lo conocido o se abren a lo desconocido.
La disposición que tienen los participantes a aprender lo nuevo o aplicar lo que conocen. Está íntimamente ligado al fixed y growth mindset.

Los otros que critican para destruir o para construir.
Criticar es humano pero las intenciones que se esconden detrás de esas críticas pueden ser negativas o positivas. Los participantes pueden buscar construir sobre lo que el equipo o el facilitador están trabajando o torpedear cualquier esfuerzo con comentarios negativos sin fondo.

Si cruzamos estas líneas de comportamientos, obtenemos cuatro tipos de participantes:

Arquetipos de participantes en un taller

Arquetipos de participantes en un taller

Cautivo – Se sienten cómodos con lo conocido y desde ahí constantemente cuestionan el trabajo del facilitador, las actividades o el trabajo de los demás. “Es que así no lo hago” es la típica premisa o “es que esto me suena a esto otro que hago”. Buscan adaptar la actividad a su experiencia.

Formulado – Otro participante que se siente cómodo desde lo conocido pero con ganas de aplicarlo y compararlo con las nuevas actividades y herramientas. Siempre busca generar valor para su equipo pero su falta de apertura puede limitar su trabajo.

Explorador – Estos participantes son los ideales en cualquier taller. Muestran disposición a aprender algo nuevo y lo aprenden al aplicarlo.

Sacudidor –  Los participantes que caen en este cuadrante buscan principalmente destruir el trabajo del equipo pero porque intentan descubrir otro ángulo que los demás han pasado por alto.

Para sacar lo mejor de nuestros participantes, aquí van unos principios para fluir con ellos en el taller.

Principios para volverte un mejor tallerista

Principios para volverte un mejor tallerista

Alégralo

Constantemente recuerda al equipo cómo dar feedback: empezar siempre con algo positivo acerca del trabajo o las ideas; proponer cómo mejorar lo negativo y cerrar con algo positivo. Este tipo de feedback hace que el grupo entre en una dinámica constructiva.

Revíralo

Cuando te encuentres con una pregunta difícil como facilitador, regresa la pregunta a tu interlocutor. Ante una pregunta como “¿cuál es la mejor forma para resolver esto?”, revira con un “¿cuál crees que sea la mejor forma de lograrlo?”. A veces las personas preguntan para confirmar sus ideas y sólo buscan validación. En un taller no debemos caer en la tentación de sonar más listos que los participantes. Estamos ahí para facilitar el proceso de aprendizaje y descubrimiento personal. Así que funciona mejor revirar con una pregunta.

Flúyelo

Si un participante cuestiona el trabajo que otros hicieron, aplica el Tai Chi de la facilitación: redirecciona la pregunta al equipo cuestionando. Un ejemplo sería esa pregunta dirigida a nosotros pero a la cual no tenemos respuesta: “¿por qué el equipo lo hizo así y no como nos dijiste?”. Es mejor dejar hablar al equipo que cuestionado y que ellos expliquen sus razones. También hay que propiciar que la respuesta sea dirigida a la persona que preguntó. Esto ayuda a facilitar conversaciones entre los participantes y los participantes dejen de ver a los facilitadores como validadores de las respuestas.

Repítelo

Hay veces que las preguntas no son claras. Conviene en este caso parafrasear lo que nos preguntaron. Al hacerlo demostramos interés por entender la pregunta y nos da tiempo también para pensar la respuesta. Al responder evitemos decir “¿me entendiste?” y sustituyámoslo por un “¿me di a entender?” o “¿me expliqué bien?”.

Muévelo

El movimiento y disposición del cuerpo puede ser una herramienta para facilitar o cerrar conversaciones. Con personas tímidas, es conveniente mantener una distancia de unos metros con ella y fijar toda la atención a su pregunta o comentario. Debemos reafirmar con pequeñas señales que queremos escucharla. Por otro lado, cuando tenemos un participante insistente que quiere acaparar la conversación y atención del grupo, podemos movernos lejos de él y dirigirnos a otra persona pidiendo su opinión. Con esto buscamos democratizar el uso de la palabra y excluir a los acaparadores.

Espero que estos principios puedan inspirarlos a tener una mejor facilitación de sus talleres. Recuerden que un buen facilitador brilla por su ausencia. Un buen facilitador permite que los que brillen son los participantes de un taller.